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    amargamente . L�rgate, joven bruja. Entra en el sat�lite, Frederik.
     Oh, espera, espera, �le he herido con la violencia de mi amor!  gritó Antonieta .
    Est� herido y sangrante. Pero tengo aqu� un ung�ento curativo. Deja que resta�e la
    sangre.
    Barnabas, el hermano de Antonieta, le acercó un tarro de ung�ento curativo especial, y
    con �l dio un masaje en las m�s profundas de las sangrantes llagas que hab�a rasgado en
    la cintura de Frederik.
     No le da�ar�  dijo Hugo Katz con un deje de infinita paciencia . No hay septicemia
    ni ninguna sustancia infecciosa en Robinsonada. Aunque pienso que ya es demasiado,
    joven bruja. �Al�jate!
     Sólo unas palabras  gritó Antonieta . Frederik, a partir de este r�pido encuentro
    entre nosotros en el que desafortunadamente has resultado herido, siempre tendr�s una
    cosa para acordarte de m�. Ama estas cosas, en secreto al principio. No dejes que nada
    las destruya. Prom�teme este peque�o favor, y tu promesa que sea eterna.
     Te prometo este tan peque�o favor con una promesa eterna  juró Frederik .
    Siempre habr� algo que me haga acordarme de ti; no dejar� que sea destruido.
    Frederik entró en el sat�lite. Su padre, Hugo, entró. El sat�lite se elevó hacia la Nave
    Nodriza, a quinientos kilómetros por encima de ellos.
    Las doce personas extraordinarias hab�an dejado Robinsonada para irse a un lugar
    mucho mejor. Y las treinta y cinco personas ordinarias se hab�an quedado encalladas en
    la peque�a isla-planeta para el resto de sus vidas.
    �Por qu� iban a aclamar cordialmente a los que les dejaban abandonados para
    siempre?
     Huevos de serpiente  dijo Antonieta . Huevos de la serpiente Culebra
    Caleidoscopia. �Son muy peque�os y sobreviven e incuban estupendamente! �Huevos de
    serpiente incub�ndose en gelatina, con �Provocadores de Fertilidad Fugitiva� incluidos!
    Donde quiera que vayan tendr�n serpientes en abundancia. Y tendr�n que andarse con
    cuidado para no perecer; es una promesa eterna. Realmente, les costar� trabajo no
    acordarse de nosotros.
    La primera interpretación del Hombre-Sombra aquella noche fue una comedia titulada
    Como las serpientes del hogar.
     �De qu� era el ung�ento con que frotaste los profundos ara�azos de Frederik,
    Antonieta?  preguntó Steven Huckleby mientras el grupo, en constante compa��a del
    Hombre-Sombra, hecho de delgadas l�minas de pizarra, bajaba por las blancas rocas
    frente a la Cueva de Shadrack.
     Huevos de serpiente  dijo Antonieta . Huevos de la serpiente Culebra
    Caleidoscopia. �Son muy peque�os y sobreviven e incuban estupendamente! �Huevos de
    serpiente incub�ndose en gelatina, con �Provocadores de Fertilidad Fugitiva� incluidos!
    Donde quiera que vayan tendr�n serpientes en abundancia. Y tendr�n que andarse con
    cuidado para no perecer; es una promesa eterna. Realmente, les costar� trabajo no
    acordarse de nosotros.
    La primera interpretación del Hombre-Sombra aquella noche fue una comedia titulada
    Como las serpientes del hogar.
    LAMIA Y LORD CROMIS
    M. John Harrison
    La demanda es una de las bases consagradas de la fantas�a. Es un viaje cuya
    resolución es de gran importancia y que, ciertamente, no cambia tan sólo la naturaleza del
    mundo, sino la de los propios demandadores. La Bestia Bramadora de los romances
    art�ricos, tan largamente perseguida por el rey Pellinore, se reintroduce en la literatura
    moderna en el Camelot de T. H. White. White nos ofrece un montón de atractivas
    cualidades y cambia el fondo de las expectativas de los lectores por el fin de la b�squeda.
    Aqu�, ambas cosas, la bestia perseguida y su naturaleza, son seriamente confundidas por
    el perseguidor.
    Para quienes conozcan la novela de Harrison La Ciudad Pastel, esta historia tiene un
    inter�s especial, pues presenta a determinados h�roes de Viriconium y su entorno; pero,
    como la lamia, sus formas son cambiantes; aquellos que no hayan le�do la novela, pueden
    mirar m�s adelante las alternativas del nombre y captar en �l su destino. Esta corta
    historia parece ser que fue la primera escrita por Harrison. M�s tarde, difiriendo de sus
    omnipotentes creadores, decidió realizar algunas enmiendas.
    1
    Lord tegeus-Cromis, en tiempos soldado y falsificador en Viriconium, la Ciudad Pastel,
    quien se ten�a a s� mismo como mejor poeta que espadach�n, estaba sentado cierta tarde
    en el salón amplio y lleno de humo del Descubrimiento del Metal Azul, la taberna m�s
    importante de Duirinish. Algunos de los contertulios, que hab�a conocido en sus viajes 
    aunque all� no estaban todos ellos , le miraban con cierto respeto pues se rumoreaba
    que hab�a llegado hac�a poco de la capital, a trav�s de los altos senderos de Monar,
    pasando por Mam Sodhail y el Alto Leedale, aunque no estuviera m�s que a medio
    concluir. El invierno no tardar�a en llegar a Duirinish, y ser�a duro.
    Le miraban con circunspección, pero �l, tegeus-Cromis, no ten�a por ellos el mismo
    inter�s. Permanec�a sentado con una jarra de vino en la delgada y blanca mano
    izquierda,-escuchando cómo el viento del norte esparc�a aguanieve por la desolada y
    adoquinada Plaza de R�plica y sobre los cristales de botella de las ventanas de la
    taberna.
    Era un hombre alto, delgado y cadav�rico. Hab�a dormido poco durante el viaje, y sus
    ojos verdes ve�anse cansados en las profundas cuencas sobre los altos y prominentes
    pómulos.
    Se cubr�a con una pesada capa de terciopelo azul cobalto; un tabardo de cuero viejo
    adornado con herrajes de iridio; ajustados pantalones de terciopelo mazarino; y botas de
    media ca�a de ante azul p�lido. La mano que rodeaba la jarra de vino estaba recargada,
    como era costumbre en aquel tiempo, con voluminosos anillos de metales no f�rreos,
    tallados con enrevesados monogramas y esfenogramas. Debajo de la capa, la otra mano
    reposaba sobre el pomo de la larga espada plana que, contrariamente a la costumbre de [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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